El cuadro pertenece a la época en la que Pedro Cano estudiaba Bellas Artes en la Escuela de San Fernando en Madrid. Fue realizado en la clase de Antonio López, en la que el maestro pidió a los alumnos que trabajasen sobre algún elemento que tuviesen a su alrededor, y Pedro centró su atención en la bombilla.
Se da una contraposición, entre el extremo tratamiento realista de la bombilla y el geometrismo de la ventana, realizado a base de planos de factura ilusionista, que nos pueden llevar a recordar algunas disposiciones de Cézanne.
Este gusto por ensalzar y detenerse en elementos de detalle, por nimios que parezcan, volveremos a verlo en la pintura de los Nuevos Realistas.
Pedro Cano se recrea en mostrar las calidades más sutiles de la materia en la representación de la bombilla, con un lenguaje conciso, fruto de unas enseñanzas precisas y que luego no prodigará en su obra.
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