El día del Encierro empieza a vivirse desde los días previos, y más concretamente desde la llegada del camión que transporta las reses procedentes de la ganadería, en la madrugada del día en cuestión. Cientos de personas convierten esta espera en un ritual, para presenciar el desembarco de los toros en el corral. Son muchos los que se pasan la noche en vela en sus cercanías.
Las primeras luces del día traen consigo el desencajonamiento de los toros en la "punta del pueblo", en medio de un ambiente expectante, donde todos tratan de hacerse un hueco para ver aparecer las reses.
Texto de Frutos Molina
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