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Su familia sólo pudo costearle los estudios primarios, pero su afán por experimentar le permitió lograr innovaciones de consideración en el ámbito de la Hidráulica. Su persona representa el espíritu genuino de la ingeniería, definida como "el arte de dirigir las grandes fuerzas de la naturaleza y usarlas para beneficio del hombre". |
| Fotografía de D. Antonio Molina Cano | |
La tradición agrícola del medio rural y el paisaje irrigado, surcado por acequias y plagado de norias, aceñas y contraceñas, molinos harineros y bataneros, marcan su carácter y predisponen su ingenio innato como inventor de máquinas.
El arraigo y la auténtica devoción que sentía hacia su tierra siempre estuvieron presentes en su obra. A los 14 años entar como aprendiz en un taller de carpintería, donde pronto destaca como ebanista y escultor de madera. Ahí (y a partir de 1900 en su propio taller) pondría en práctica su ingenio inventivo para mecanizar los procesos de trabajo, construyendo varios tornos y sierras movidas a pedal.
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| Turbina instalada en 1919 | |
Fruto del reconocimiento alcanzado entre sus vecinos, recibe varios encargos como maestro carpintero para reparar, construir e instalar norias y rodeznos de molinos. Entre 1913 y 1914 construye la "noria de la Quinta", primera obra hidráulica de envergadura. Esa actividad orientaría su labor inventiva hacia la tecnología hidráulica, no en vano en los años 1913 y 1916 patenta varios modelos de turbinas. Su éxito fue inmediato, a juzgar por la cantidad de pedidos que recibió desde todos los rincones de España, e incluso del continente americano y africano, consagrando su tiempo a atenderlos, acompañado de un nutrido equipo de montadores (Jesús Ríos e hijos, Mariano de Casildo, Jesús García e hijos, Ricardo Zorra, etc), sin cuya ayuda no se podría concebir la obra del maestro Antonio Molina Cano.
En los albores del siglo XX, había una urgente necesidad de obtener energía eléctrica, pero la construcción de grandes complejos o de simples fábricas de luz sólo estaba al alcance de las mayores ciudades. En el medio rural, esos establecimientos tuvieron su contrapunto en las turbinas de Antonio Molina Cano, capaces de accionar dinamos que procuraban electricidad a muchos pueblos. Su labor también se dejó notar en el campo de la industria, proporcionando fuerza motriz en serrerías, almazaras de aceite, marmolerías y majadoras de esparto.
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